Recensión: Mediación: de la herramienta a la disciplina. Su lugar en los sistemas de justicia

Autora: Helena Nadal Sánchez

Mediadora. Profesora asociada y profesora de Máster y Postgrado en diversas universidades.

Doctora por la Universidad de Burgos (Departamento de Derecho Público). Premio Extraordinario de Doctorado con una tesis dedicada al análisis de los fundamentos de la mediación. Master en Gestión integral de Conflictos y Promoción de la Convivencia (UAB). Postgrado en Cultura de la Paz, Cohesión Social y Diálogo Intercultural (UB). Especialista Universitario en Mediación Familiar (UBU). Especialista Universitario en Mediación Civil, Mercantil y Concursal (UOC).

Autora de diversos artículos de investigación sobre la mediación desde la perspectiva de la Filosofía y ponente en congresos nacionales e internacionales. Miembro de la Conferencia de Universidades para el Estudio de la Mediación y los Conflictos – CUEMYC (España).

Editorial: Thomson Reuters Aranzadi

Año: 2016

Si tuviera que definir con un solo adjetivo este libro, el término elegido sería NECESARIO.

Helena Nadal abre un debate fundamental sobre la mediación, en España y fuera de ella. Y no sólo toma postura sino que lo argumenta de tal manera que no hay opción a la duda. Por un lado, nos muestra las limitaciones de la mediación hasta el momento por haber sido considerada –incluso por los propios mediadores– exclusivamente un método de resolución de conflictos con unas cuantas herramientas y estrategias. Como Nadal señala, «puesto en boga porque «cualquiera» puede hacer de mediador ante una disputa, dejado, incluso en manos de niños como jamás se concebiría con otras prácticas profesionales consolidadas» (p.25), a lo que podríamos añadir: que «cualquiera» con un curso online y sin un mero acercamiento a la práctica ni de refilón puede ejercer como mediador. Suena poco seria una profesión así. ¿Es eso realmente la mediación: un conjunto de técnicas bienintencionadas para resolver conflictos?

Si la mediación no ha acabado de despegar como método de resolución de conflictos es, entre otras cosas, porque muchas de nuestras prácticas están marcadas por considerarlo así, un «método» con ciertas herramientas que puede ser útil en ciertas circunstancias. Considerar la mediación como una «herramienta» fácil y simple conlleva una baja exigencia a los profesionales que la emplean y conduce a prácticas poco elaboradas que dejan insatisfechos a sus usuarios. Pero la mediación es mucho más, nos señala Nadal. Y cuando uno se adentra en el texto aquí comentado puede ver que es así: la mediación es mucho más, sí, muchísimo más. Tengo la sensación de que por fin mis plegarias han sido escuchadas. Por fin encontramos a una autora que sabe de lo que habla para reivindicar y demostrar que la mediación es mucho más; es una DISCIPLINA. Y así, nos dice Nadal: «Puede afirmarse que en los enfoques teóricos se encuentra el verdadero sentido de la mediación. El hecho de ser ésta una disciplina que se transmite sobre parámetros prácticos no quiere decir que éstos constituyen su esencia sino que más bien, la continua referencia a su aplicación encubre magnitud de sus cimientosteóricos, de la tradición que arrastra tras de sí y de la incansable investigación que se desarrolla dentro de ella. La evolución y el perfeccionamiento de la mediación dependen de este corazón teórico que es el enfoque» (pp.95-96). Hay todo un marco teórico en cada una de las escuelas de mediación, hay investigación, y propuestas de intervención vinculadas a tales marcos e investigaciones. Hay paradigmas, enfoques, modelos y usos, exhibe Nadal, y se encarga de mostrar lo que define a cada uno de ellos. Y hay visión filosófica detrás de todos ellos. «El enfoque teórico de mediación es el corpus ideológico sobre el cual se asientan los modelos de mediación. No se constituye como un mero conjunto de estrategias, herramientas y técnicas sino que se enmarca dentro de una concepción específica del conflicto, de su tratamiento y de su resolución y, por tanto, integra información teórica, de fundamentación y de análisis que luego se incorporan en las metodologías de intervención o modelos de mediación» (p.107).

Nadal inicia su revisión a esta disciplina a través de un recorrido histórico necesario, que nos aporta raíces, y ¿qué es de una disciplina que no tenga raíces? Pero también nos mostrará la evolución posterior que ha tenido la mediación. Nos lleva, por ejemplo, a la Conferencia Pound, que también veremos en este número de Revista de Mediación en el artículo de Helena Soleto. Ahí aparecen algunas preguntas fundamentales que aún a día de hoy la mediación debe responder. Y nos conduce también hacia lo que define como el origen institucional de los principios básicos de la mediación, que en 1994 dio lugar al Modelo de Estándares de Conducta para Mediadores, revisado en 2005.

Ayuda este texto, también, a entender porqué llamamos no-adversarial a la mediación. «Lo no-adversarial es una categoría que expresa una reacción cultural específica contra la lucha como solución al conflicto» (p.64). Forma esta designación parte de la tradición, pero es fundamental entender qué esconde detrás esta apelación y de dónde sale. También nos recuerda cuál es nuestro objeto de estudio e intervención: el conflicto. «Esta necesidad de comprender el conflicto como clave para su resolución estaba implícita en la aplicación de la metodología de solución de problemas a la gestión del conflicto» (p.64).

Repasa la autora los tres enfoques clásicos en mediación: los enfoques del paradigma del acuerdo, cuyo modelo de Harvard es el máximo exponente, y los enfoques transformativo y narrativo, dentro del paradigma comunicacional. Y no lo hace desde la revisión de lo ya dicho, sino profundizando en las aportaciones de estos modelos. Recurre a los niveles estructural, teórico y fáctico, como corresponde con la defensa que hace la autora de ese concepto de disciplina: no son sólo técnicas, hay toda una visión subyacente en cada uno de estos enfoques que justifica sus diferentes propuestas en base a dónde está colocada la atención en el conflicto y cómo se entiende el papel del profesional. Y para ello ha revisado obras fundamentales de nuestra disciplina y que sin embargo son aún desconocidas para muchos. También por eso merece la pena y recomendamos su lectura: porque el libro de Nadal puede abrir a muchos lectores hispanohablantes la puerta de esos textos imprescindibles.

Concluyo esta recensión con una afirmación categórica: si este libro no hubiera sido escrito todavía, habría que escribirlo ya. Por suerte para los mediadores, es ya una realidad. Muchas gracias, Helena.

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