Revista de Mediación

ADR, análisis y resolución de conflictos

Presentación: Secretos de una Transformación


Publicado en Número 2. Segundo semestre 2008

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Resumen:

Posiblemente uno de los momentos más temidos para muchos mediadores, sobretodo al principio de su desarrollo profesional, como lo es para los estudiantes de mediación, sea la tantas veces temida escena de una pareja discutiendo salvajemente. Aparece el comprensible pavor que acompaña al mediador a que “la mediación se les vaya de las manos”. Y, sin embargo, muchas veces se producen episodios así en una mediación, escenas de agresividad verbal entre dos personas que alguna vez se quisieron, que quizás aún se quieran.

En una de las muchas obras maestras de Ingmar Bergman, “Secretos de un matrimonio” (1973), se produce una escena de enfrentamiento dialéctico en estos términos entre una pareja, Katarina y Peter, frente a la presencia calmada de la pareja protagonista. Los “hachazos” que uno a otro se dirigen son de una agresividad verbal que no puede dejarnos inalterables. ¿Qué hace mientras tanto la pareja que les acompaña (dos siempre estupendos Liv Ullmann y Erland Josepson)? Justamente eso: acompañarlos. Les deja estar, les deja expresar. Nos preguntamos: “¿por qué no frenan esa incontinencia verbal tan agresiva de sus amigos?”

Uno tiene la tentación en muchas ocasiones como mediador de intervenir para frenar interacciones hostiles como la que vemos en esta escena. Pero, ¿es lo correcto?, ¿es lo mejor que podemos hacer como mediadores: frenar estos episodios? Sobre ello van a hablarnos extensamente los autores de este número de “Revista de Mediación”: “acompañar o dirigir, esa es la cuestión”.

Posteriormente en la película nos encontramos con una Liv Ullmann que asegura a su marido: “Sé por qué Katarina y Peter viven en un infierno. No hablan el mismo idioma. Deben traducir a un tercer idioma comprensible, para poder entenderse… Hay matrimonios que son como si hablaran por teléfonos averiados: a veces, es como escuchar dos cintas grabadas a diferentes velocidades; y a veces sólo hay un inmenso silencio interplanetario entre los dos. No sé qué es peor”. Este momento parece señalar ya nuestro papel como mediadores: el “tercer idioma comprensible” para ambos frente a esas “cintas” tantas veces repetidas, dichas ya sin ser escuchadas. El tema es: ¿y cómo se hace eso de la mediación?, ¿cuál es nuestro papel?, ¿qué tengo que hacer cuando una pareja se grita y trata mutuamente de manera tan cruda?

En el acompañamiento de Liv y Joseph a sus amigos, parece que ambos entienden la necesidad de sus amigos de “lanzarse tanta porquería”; y parecen esperar esos momentos mágicos que siempre, en un momento u otro, pueden aparecer en el que uno sea capaz de superar su verborrea inicial para llegar al fondo de la cuestión: la oportunidad de revalorización y de reconocimiento al que harán referencia los autores de los textos de este número de “Revista de Mediación”. Ese momento se produce, por ejemplo, cuando Peter reconoce: “Pero si Katarina y yo no somos más que dos niños pequeños. En el fondo, Katarina es una niña pequeña, sentada, que llora porque se ha caído y se ha hecho daño, y nadie se acerca a consolarla. Y yo soy otro niño, sentado en el rincón opuesto y estoy llorando porque Katarina es incapaz de quererme porque soy feo y me porto mal con ella”. Peter es capaz por un momento de darse cuenta –y nos hace ver, a sus amigos que les acompañan en ese duro momento y a nosotros, extasiados espectadores – que detrás de tanta “maldad” se esconden dos personas asustadas, con necesidades mucho más básicas, la necesidad de ser reconfortados, apoyados, abrazados, tranquilizados, sobre todo queridos.

Quizás el motivo de todo ello se encuentre en el diagnóstico que Erland Josepson hace en un momento de esta misma película: “Somos analfabetos emocionales. Hemos estudiado el cuerpo humano y la agricultura en África. Hemos aprendido fórmulas matemáticas de memoria, pero no nos han enseñado nada de nuestra alma. Somos totalmente ignorantes respecto a los sentimientos”.

Es curioso que posteriormente descubramos que esta pareja en crisis continúa unida y que la pareja protagonista, que se regodeaba de su felicidad frente a la ajena adversidad, acaba separándose. ¿Por qué ha ocurrido esto? Paradójicamente, ellos no parecen darse cuenta en su momento de que padecen lo que la misma Liv atribuía a sus amigos: en ellos se ha instalado “el inmenso silencio interplanetario”. Por eso, los mediadores siempre vamos a apostar por la palabra, por la comunicación aún cuándo ésta nos parezca inicialmente agresiva o destructiva, ya que siempre confiaremos en la capacidad de las personas para superar estos momentos y aproximarse al otro, y la capacidad de la mediación como espacio en el que, a su debido tiempo, una vez agotadas las cintas pregrabadas tantas veces escuchadas, aparecerán nuevas voces, nuevas palabras, buenas palabras. Pues bien, a todo esto pretende aportar alguna luz el número 2 de “Revista de Mediación”.

El modelo transformativo ha pasado en muchas ocasiones sin pena ni gloria por las escuelas que forman en mediación. Es, sin duda, el modelo menos conocido y más denostado por la atribución que se le ha hecho de modelo “bienintencionado, bonachón, pero inocente y poco efectivo” y se han podido escuchar muy pocas voces en su defensa. Así, hemos salido de nuestra formación con la sensación de que éste poco podía aportar a nuestra práctica como mediadores, y más aún si nos salíamos del marco de las relaciones afectivas. El planteamiento subyacente era algo así como: “bueno, para una pareja con problemas que no se quiere separar, vale; pero si hablamos de divorcio o de conflictos en otras relaciones (laborales, escolares, entre usuario e instituciones o empresas, en el marco penal, etc.), entonces no sirve”. Nada más lejos de la realidad, como este segundo número de “Revista de Mediación” va a demostrar. Serán las voces de los propios autores del modelo las que permitirán aclarar muchos de los malentendidos que se le han atribuido y nos facilitarán entender la profundidad de este modelo; nos desvelarán “los secretos de una transformación”: la transformación de los conflictos; los secretos de unos estupendos mediadores.

En el primer artículo, Joseph Folger, coautor del modelo transformativo, va a profundizar en lo que supone la mediación (qué le hace ser especial y único) respecto a otras formas de resolución de conflictos y cómo la visión transformativa se ajusta completamente a la filosofía que toda práctica de la mediación debe llevar en su base. Folger nos avisa del problema de asumir un papel excesivamente directivo y cómo éste va en contra del potencial exclusivo de la mediación. Su apoyo a la creencia en la capacidad de las partes no es sino un apoyo a la creencia de que las personas somos más capaces de lo que nos pensamos para resolver nuestras disputas y diferencias. Frente a un mediador como “salvador”, “todopoderoso”, Folger nos habla de un mediador que cree en los otros, sus iguales, y toda la práctica va a estar delimitada por esta creencia.

En el segundo artículo, Bush (el otro coautor del modelo) y Pope van a profundizar en un tipo concreto de casos, la mediación en divorcios, si bien sus aportaciones, deliberaciones y conclusiones van más allá de dicha especificidad. Nos recuerdan los autores que la primera habilidad de cualquier mediador no es una habilidad técnica, sino la habilidad de tener presente lo que se pretende, lo que se busca con la mediación, lo que las partes desean y que todo mediador debe tener presente en su práctica; la habilidad, por tanto, de que mis objetivos definan mis pasos. Y así, aclaran, no hay técnica válida por sí misma sino enmarcada en una filosofía de la práctica de la mediación. Y a ello nos invita este texto (y los otros dos): a reconsiderar lo que buscamos, lo que consideramos que es la mediación y el cómo llevarlo a la práctica. Uno no es buen mediador, nos dicen, por saber utilizar muchas técnicas y utilizarlas con maestría, sino por saber para qué las utilizan y cuándo realmente se deben utilizar. Pese a ello, el repaso por las técnicas y habilidades del modelo transformativo también va a ser un regalo muy rico de buen hacer.

Por último, el extenso artículo de Folger, Antes y Della Noce, nos aporta una investigación llevada a cabo en ámbitos de conflictos laborales (en concreto, dentro del Servicio Postal de Estados Unidos, USPS) donde queda de manifiesto la validez del modelo transformativo en contextos como estos. La proximidad de los casos tratados, su ejemplificación en los 16 casos que aparecen, y el adecuado análisis que los autores llevaron a cabo permiten entender aún más lo que los dos primeros artículos ya estaban señalando: la adecuación del modelo transformativo a distintos contextos y la importancia de creer en las personas y en sus capacidades de hacerse entender y de vencer los obstáculos iniciales para finalmente crecer gracias a las posibilidades que permite una mediación que sigue las concepciones de este modelo.

ACLARACIONES

En relación con este número, consideramos necesario hacer dos aclaraciones:

  1. Hemos considerado tan relevante las aportaciones de este tercer artículo que nosotros mismos nos hemos saltado las “normas de publicación” que nos habíamos impuesto respecto a la extensión de los artículos. Pero como toda rigidez va en contra de los principios de la mediación y como lo que predomina en “Revista de Mediación” es la excelencia de los artículos, valga esto como aclaración y disculpa por dicho atropello a “las normas”.
  2. “Revista de Mediación” nació con el objetivo de escuchar a todos y de apostar sólo por las buenas prácticas en mediación. Este número especial ha surgido porque se ha tenido la oportunidad de contar con estos autores excepcionales y estas lecturas magníficas; lecturas y autores que, acorde a la opinión del equipo, tenían mucho que ofrecer para conocer más en profundidad un modelo muchas veces denostado por la falta de conocimiento real del mismo y que, sin embargo, tiene mucho que aportar y aporta desde hace años a la mediación y, con ello, a toda la sociedad. Sin embargo, esto no significa que la revista “se case con nadie”, con ningún modelo ni con ningún autor, estando siempre abiertas las puertas a que otros autores puedan profundizar sobre los otros modelos altamente aceptados y considerados en nuestra práctica. Sirvan estas palabras de invitación a ello.
AGRADECIMIENTOS

Dice el dicho popular “es de bien nacidos ser agradecidos”. La noble cuna de “Revista de Mediación” obliga, por tanto, a dirigir unas palabras a quienes han permitido que este segundo número haya visto la luz con tan alta calidad.

En primer lugar, obviamente debemos agradecer a los autores de los textos por confiar en una publicación tan joven en su apuesta por llegar al público hispano y por unos textos no sólo interesantes, sino imprescindibles para cualquier mediador que se precie de ello. Muy especialmente valga este agradecimiento a Joseph Folger por su cercanía, su colaboración permanente, siempre rápida y siempre próxima. Si el modelo transformativo habla de humanidad y proximidad, sin duda Joseph es fiel a su propia filosofía de la práctica. Lejos de “divismos”, hemos encontrado en todo momento una persona, PERSONA, muy accesible y colaboradora. Muchas gracias, Joe.

Igualmente, debemos agradecer a Blas Hermoso, pues ha sido él quien nos ha facilitado desinteresadamente el contacto con los autores, quien apostó por este número especial y contó con “Revista de Mediación” para ello, llegando incluso a sacrificar (temporalmente, por favor) su propio trabajo para apoyar este número tal cual es. Deseosos de colaborar más estrechamente contigo, quedamos a la espera de tu trabajo.

Por último, y ya mirando a nuestro propio equipo, dos personas (ajenas al mundo de la mediación) se merecen una especial mención por su profesionalidad, entregada de gracia no sólo a esta publicación, sino, con ello, al mundo de la mediación. Empezando por ti, Germán, muchas gracias una vez más. ¿Me dejarán algún día saldar cuentas contigo? Y finalmente, muchas gracias, Marcelo. Sobrepasando tu estupenda labor de traductor, siempre abierto a las propuestas de los especialistas en mediación para adecuar el máximo cada palabra a su sentido más correcto y tu siempre acertado criterio de priorizar la claridad y el entendimiento al oscurantismo rimbombante, y todo ello siempre con esa sonrisa que te hace único, GRACIAS.